MENOTTI

Tuve la gran fortuna de vivir a los catorce años, el hito histórico deportivo del país que más se ha celebrado: el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978. Para más alegría, Argentina, país organizador, campeón.
Las calles eran una fiesta. Veinticinco millones de argentinos unidos como nunca ante semejante gesta. Todo el país se vistió de azul-celeste y blanco. Cada terraza, cada balcón, cada mástil tenía la bandera ondeando en el frío viento sur. Banderas y papelitos poblaban las calles, las anchas avenidas, los barrios, hasta hacernos creer que Dios era argentino.
¡Cómo podía uno tener la suerte de ser partícipe de esta alegría! Fueron momentos imborrables de la memoria, que vivirán por siempre en el corazón. Que vivíamos en una Dictadura Militar, con aberraciones, me enteré cuando fui más mayorcito.
 El responsable técnico de la hazaña deportiva era su entrenador, Menotti.
En 1973, un humilde equipo de Buenos Aires quedaba campeón. Era Huracán, dirigido desde el banquillo por el larguirucho y joven director técnico.
En ese equipo, Menotti, el “Flaco”, comenzó a plasmar su manera de entender este deporte. Había que atraer a los aficionados al campo. ¿Cómo? Jugando bien . ¿Qué es jugar bien al fútbol? Intentando hacer un fútbol estético, un fútbol que para conseguir el gol, tenga que encontrarlo a través de una juego elaborado. Defensa ordenada, mediocampo laborioso y ataque atrevido. Juego veloz y preciso.
Argentina 78, formaba con Fillol en la portería, línea de cuatro para Olguin, Galván, Passarella y Tarantini; centro del campo para Ardiles, Gallego y Valencia; punta de ataque para Housemann, Luque y Kempes.
Fue el Mundial de Kempes, el Matador. Mejor jugador y goleador del torneo.

Todo el mundo del fútbol conoce al Flaco. Su sello, su gusto por lo estético, ha quedado guardado en la retina de los amantes del deporte rey. Defensor de que hay que devolverle al que paga una entrada de fútbol,  lo mismo que si fuera al cine o al teatro, con espectáculo. Un fútbol que no sea especulativo, un fútbol que levante admiración.
 Menotti defiende la idea de que se puede ganar jugando al fútbol de varias maneras, pero él se queda con el gusto por lo vocacional. La mejor manera de ganar es saliendo a ganar. Buscando la portería contraria con convicción, sin especulaciones. Para ganar hay que tomar riesgos. El Flaco se podía enojar con uno de sus dirigidos por tirar un caño en el medio del campo, pero mucho más, si veía que un defensa con posibilidad de salir jugando, lanzaba un pelotazo a cualquier parte.

Amigo de sus amigos, fumador empedernido, noctámbulo, tanguero, quedará en los registros de la historia como el representante de una “marca registrada”: el fútbol de toque, el achique de espacios, el fútbol veloz, preciso, estético, efectivo, equilibrado, espectacular. El fútbol de Menotti.








MENOTTI (extractos del  libro “Frontera, hombre de cuero”)
Del capítulo 10
En 1973 un modesto equipo llegó a coronarse campeón del torneo argentino: Huracán. Estaba dirigido por un joven entrenador, César Luis Menotti. La principal virtud de este equipo era que practicaba un fútbol atractivo de cara al espectador; era un fútbol del gusto del público, con una clara vocación ofensiva...
Ordenados y fuertes en defensa, con mucha locura atacante eran los principios de su coach. Sus futbolistas, los intérpretes del guión, eran buenos jugadores, convencidos cada uno de su misión dentro del campo de juego; sabían todo acerca de sus libertades, porque conocían perfectamente cuales eran sus obligaciones y deberes.
En 1974 fue elegido Seleccionador Nacional de Argentina, con una única exigencia: ganar el Campeonato Mundial de Fútbol que se celebraría en el país en 1978.
Menotti impuso un orden y comprometió a todos los estamentos del fútbol a luchar en una única dirección...César Luis empezó a hablar del “equipo de todos”.
Con rigor, seriedad e insistencia, el espigado entrenador comenzó a trabajar en el proyecto.
En el ambiente del fútbol se hablaba del “fútbol total” de Holanda...de ellos había que aprender. Jugadores polifuncionales, constantes desdoblamientos, cambios posicionales, un alto ritmo de juego, intensidad elevada, pressing en sectores establecidos, cambios de ritmo individuales-con Cruyff como abanderado-, un gran sentido colectivo...
Menotti apostó por una fórmula casera: la de respetar las virtudes del jugador argentino.
-¿Polifuncionales? Yo quiero especialistas
-¿Marcaje al hombre? Yo quiero zona.
¿Qué significaba el estilo argentino?¿ A quién le habíamos ganado? Había que resaltar el lado más callejero, sacar toda la picardía y vivacidad del potrero. El fútbol argentino se desarrolla en un terreno de juego donde la hierba es más alta, el juego es más lento y, sobre todo, más horizontal. El gol no se busca, se encuentra.
El 25 de junio de 1978, en el Estadio Monumental de Nuñez, ante ochenta mil argentinos la Argentina de Menotti, se consagró Campeona del Mundo al vencer a Holanda , en la prórroga, por tres goles a uno, con dos golazos del Matador Mario Alberto Kempes.
Epílogo
Argentina no estaba preparada para organizar un Mundial. Los miembros del Comité Organizador, robaron por demás. Cuando el Ministro de Economía levantó la voz por los excesivos gastos, una bomba explotó en su domicilio. El Jefe del Comité Organizador, Actis, terminó con cien balazos en el cuerpo.
Argentina fue campeón del mundo de fútbol. Nada que reprochar por la gesta deportiva, ni por los festejos de los que nada sabían. Sí hay reproche para los que sabían que con goles se estaban tapando desapariciones y muertes.
El equipo holandés fue tildado de mal perdedor por no recoger el premio al subcampeón del torneo. Lo que no querían era estrecharle la mano a los genocidas. Holanda era el rival deportivo, no el enemigo. El enemigo estaba a escasos metros brindando con champán & tortura; picana & vino.
Menotti, el seleccionador argentino, después de la consecución del título, quedó considerado por su filosoía y sus ideas como el abanderado del fútbol espectáculo, el gran amante del buen fútbol.
Si en el minuto 89 Resembrick hubiera marcado gol, Holanda sería campeona del mundo. ¿Seguiría el mundo del fútbol defendiendo a los románticos como el “Flaco”?
Dice Bracelli, que la libertad de expresión se puede ejercer sobre el árbol caído, nunca sobre el exitoso. Seguro que otro gallo cantaría si hubieran perdido y los buitres carroñeros, que jamás faltan, hablarían del “fulbito de Menotti” o del equipo “MTP”, Mucho Toquecito al Pedo.
Hoy todo el mundo reconoce el fútbol argentino, el fútbol de Menotti, el fútbol espectáculo; todo por haber ganado. Todo por haber ganado. Es un poco triste, pero es así. Exitismo, demagogia, oportunismo. 

Esteban Becker

                  

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