CATENACCIO

El Reloj: TAC TIC @mente
                                         Esteban Becker
Marzo 2012
Histórica y cronológicamente, el famoso “cerrojo suizo” que inmortalizó Rappan hace setenta años, derivó en el “catenaccio” italiano que siempre caracterizó a las escuadras de la península itálica. Y buen embajador de ello fueron los DT  argentinos Helenio Herrera  y Toto Lorenzo y hoy el míster del Real Madrid el entrenador portugués Mourinho.
“Catenaccio”
Hasta 1938, el fútbol mundial vivía sujeto a la  táctica que había creado en el Arsenal inglés Herbert Chapman. Su revolucionario sistema era lo que en la actualidad es el 1-3-4-3, que desarrollan tan bien los futbolistas holandeses. Lo conformaban un portero, tres zagueros que hacían marcaje individual, cuatro volantes y tres delanteros. El dibujo representaba lo que se llamó WM, o cuadrado mágico (que no lo inventó Luxemburgo en el Madrid, sino que lo readaptó) En aquellos tiempos lejanos, el Arsenal de Chapman consiguió cinco títulos de Liga y tres Copas inglesas. Hasta que apareció el austríaco Karl Rappan, entrenador de Suiza y decidió contrarrestar la hegemonía británica, colocando detrás de la línea defensiva, un cuarto jugador al que se le denominó hombre escoba, ya que era el “libre” encargado de barrer todo aquello que circulaba a sus espaldas. Pronto en Italia se percataron de la “novedad” y lo comenzaron a aplicar en sus equipos. El cerrojo suizo comenzó a ser denominado catenaccio, que vendría a ser “encadenados”. Al libre lo llamaron “battidore líbero” y fue el argentino Helenio Herrera (HH) quién lo consolidó en un Inter campeón europeo en el que sobresalían sobremanera  Sandro Mazzola y el español Luis Suárez.
El fútbol ha seguido evo/involucionando, pero todo es copia de copia. Y todos sabemos que los que copiamos somos muchos y sólo los elegidos tienen la capacidad de crear.

Para muestra un botón:
Quizá no hace falta saltar décadas para explicar el CATENACCIO. Un ejemplo muy actual fue la semifinal en la que el Inter apeó de la Champions al Barcelona de Guardiola, hace bien poco, antes de fichar Mou por el Madrid.
Para conseguirlo, el partido de ida fue determinante. Ese 3-1 pesó como un losa en el equipo blaugrana. No alcanzó con el despliegue culé, con la afición volcada, con la superioridad numérica. No llegó la épica remontada porque los nero azzurros formaron una telaraña defensiva imperial. Sabían que no podían dejar espacios a jugadores de la talla de Xavi y Messi y se atrincheraron en su área con un repliegue intensivo,  tapando líneas de pase, realizando concienzudas ayudas, marcaje férreo, disciplina espartana, coberturas, permutas y vigilancias. El fin era esperar, recuperar y salir a la contra cuando las huestes de Guardiola dejaran espacios a sus espaldas. Un probable gol de visitante dejaría casi sentenciada la eliminatoria, pero el tema se agravó con la expulsión de Motta sobre la media hora de juego. Ahí si la decisión fue: defender-defender y dejar que pasen los minutos. Defensa a ultranza. Ni una concesión. Catenaccio puro y duro. Defender-defender y que pase el tiempo. La defensa es voluntad, basta con querer hacerlo, con correr mucho y en eso los italianos son unos expertos. Atacar es complicado, tiene que ver con la creatividad. Edificar una casa requiere de mucha preparación, para destruirla basta un martillo. Como defender es más sencillo que atacar a esa tarea se abocaron los visitantes con ahínco y tesón, más aún en inferioridad numérica. Equipo con futbolistas veteranos, con oficio, marrulleros, al límite del reglamento. También es fútbol y cada uno juega con sus cartas. A su favor el alto grado de concentración de su equipo, condición sinequanon para alcanzar metas altas. Es entrenable y Mourinho lo hace, basado en el método-modelo de la Periodización Táctica.
Los azulgranas no encontraron vías de penetración ni por banda ni por el centro. Tuvieron una posesión de balón aplastante, pero el gol llegó demasiado tarde.
Para desgracia de los amantes del “jogo bonito” que nos tiene acostumbrado el Barcelona, un Inter rácano se hizo merecedor de la final del Bernabéu. Justo vencedor, se dejaron la piel e hicieron mejor partido en la ida, pero nos quedó la desazón y la amargura de que triunfaron los que poco ofrecen por el espectáculo. Puede quedar la tristeza de que la prepotencia y arrogancia de Mou, venciese a la figura hasta ahora
moderada- modélica de Pep.  Enhorabuena a los vencedores, ánimo a los vencidos; lástima por el fútbol.


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