A MENUDO LOS HIJOS...

El Reloj: TAC TIC @mente
                                         Esteban Becker
Marzo  2012

¿En qué se nos parecen nuestros hijos?


“A menudo los hijos se nos parecen”... cantaba Serrat hace algunos años.
Les aseguro que no. Nuestros hijos viven en otra dimensión, hablan otro idioma, tienen otra “onda”.
Poco se asemeja la suya a nuestra niñez. Y no hablo de que aquella fuese peor o mejor, solo distinta. Vivimos otras necesidades, otras épocas. Por empezar que nosotros nos criamos y crecimos en la calle. Quizá una niñez sin tantos peligros como ahora. Pero la calle siempre fue dura y llena de problemas, ¿pero era eso O QUÉ?
Por eso para muchos de nosotros la calle fue una especie de grado superior o  universidad. Ahí aprendimos el oficio de pícaro, pillo, embustero. Había que ser “inteligente TÁCTICAMENTE” para salir de situaciones comprometidas. Mentiras a la maestra, al vecino, a la madre o al rival de turno, pero salir airoso. En el barrio, en la calle, compartíamos mil “picados”, “pachangas” con el hijo del concejal y el minero, el hijo del ladrón y el comisario; con el gitano, el “empollón”, el cuerdo y el “chalao”; con el rico y con el pobre. Claro que “jugar bien” al fútbol  era la mejor forma de autodefensa. Si eras bueno, todos te querían, te cuidaban y protegían. Era LA CALLE ESA UNIVERSIDAD donde  PARA aprobar y sacar NOTAS ALTAS sólo se exigía JUGAR BIEN. Caso contrario, malo, palos...

¿Cuántas horas seguidas jugábamos en la calle? Muchísimas. Si multiplicáramos esas horas por los días, por los años, nos saldría una cantidad enorme de horas dedicadas sin querer, solo por placer, a la técnica individual (control, conducción, habilidad) colectiva (pases, fintas)...y lo mejor de todo es que todo lo hacíamos por placer y sin nadie que estuviese encima nuestro continuamente. Éramos libres e independientes.
Hoy los entrenadores nos esforzamos en formar “robot”. ¡ No, por ahí no!
¡No regatees! ¡Échale el cuerpo encima! Y podría seguir con cincuenta frases más. En las casas tanto de lo mismo. Y hasta estimulamos el sedentarismo en algunos casos.
Perdone usted, distinguido Don Joan Manuel, pero ¿Cómo estos pibes se van a parecer a nosotros?
Los chavales del siglo XXI tienen otras inquietudes. Y no digo si mejores o peores, pero su “meta” no es robarle naranjas a la vecina, sino reventar a tiros a “los enemigos” en los videojuegos. La  televisión y nuevas tecnologías le han robado tiempo para bajar al parque a jugar un partidito con los amigos. Y si de adolescentes hablamos el abanico es mas vanguardista, incluye litronas y porros en el parquecito de la esquina. Eso sí, todo muy light,  casero, pasivo, inofensivo.
Mientras tanto, en las casas las madres siguen gritando el tan famoso: ¡A comer! ¡Apaga la tele! ¡Haz los deberes! ¡Deja ya el ordenador!
Hasta en eso, Joan Manuel, hemos cambiado. Prefiero seguir escuchando mil veces más y recordar a mi mamá gritando: “NIÑO, DEJA YA DE JODER CON LA PELOTA”...




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